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En esta edición del informe anual de UNICEF, «Estado Mundial de la Infancia 2006»: excluidos e invisibles, se examina la situación de los niños y niñas más vulnerables del mundo, cuyos derechos a una infancia segura y sana resultan excepcionalmente difíciles de proteger.

Estos niños y niñas se encuentran muy lejos del alcance de las campañas dedicadas al desarrollo, y suelen pasar desapercibidos en los debates públicos y para la legislación, así como en las estadísticas y los reportajes de los medios de comunicación.

Tal como lo establece la Convención sobre los Derechos del Niño, todos los niños y niñas menores de 18 años tienen los mismos derechos, independientemente del lugar de nacimiento, sexo, etnia, religión o clase social a la que pertenezcan. Sin embargo, la infancia de millones de niños no coincide con la visión de la Convención. «El Estado Mundial de la Infancia 2006» se centra en los niños y niñas que corren mayor riesgo de no poder disfrutar de sus derechos.

Las causas fundamentales de la exclusión a la infancia en todos los países, sociedades y comunidades son la pobreza, la gestión deficiente de los asuntos públicos, los conflictos armados y el VIH/SIDA.

Según el resumen ejecutivo del «Estado Mundial de la Infancia 2006», los niños y niñas se vuelven invisibles porque desaparecen del punto de mira de sus familias, comunidades, sociedades o gobiernos y sus derechos a la protección se tornan vulnerables.

Hay 4 elementos fundamentales que hacen que los niños se vuelvan invisibles: la falta o pérdida de una identidad oficial; una protección inadecuada de parte del estado de aquellos que no reciben atención en el marco familiar; situaciones de explotación a causa de trabajos forzados y la asunción prematura de funciones propias de los adultos.

Entre los afectados por estos factores se encuentran los niños cuyos nacimientos no se han inscripto en los registros correspondientes; los refugiados o desplazados; los huérfanos; los niños de la calle; los niños y niñas privados de libertad; los que se casan demasiado pronto; los que realizan trabajos peligrosos o participan en combates; los que son víctimas de la trata y el trabajo forzoso.

Evitar que niños y niñas sean excluidos exige crear un entorno protector, para ello son necesarias medidas fundamentales como: fortalecer la capacidad de las familias y las comunidades para cuidar y proteger a sus niños; reforzar el compromiso de los gobiernos con la protección de la infancia mediante apoyo presupuestario y políticas del bienestar social dirigidas a los niños más excluidos; ratificar y poner en vigor la legislación, tanto nacional como internacional relativa a los derechos y a la protección de la infancia; llevar a juicio a los autores de crímenes contra la infancia, y evitar la criminalización de las víctimas infantiles; establecer un debate abierto con la sociedad civil y los medios de comunicación sobre las actitudes, prejuicios, creencias y prácticas que facilitan abusos; asegurar que los niños conozcan sus derechos alentándolos a que los expresen y proporcionales aptitudes para la vida práctica; poner los servicios sociales básicos a disposición de la infancia; realizar tareas de seguimiento sobre el tema, entre otras medidas.

Millones de niños y niñas viven en medio de la pobreza, el abandono, la discriminación y la falta de protección y escolarización, «la pobreza extrema es a la vez una causa y una consecuencia de la exclusión y la invisibilidad: a pesar de que entre 1990 y 2004 la pobreza extrema se redujo casi en un 4% (de 22,5 % a 18,6%), aún hay 96 millones de personas viviendo en condiciones de indigencia, de las cuales 41 millones son niñas y niños entre 0 y 12 años, y 15 millones adolescentes entre 13 y 19 años. La pobreza extrema afecta desproporcionadamente a la infancia: dos de cada cinco personas que viven en extrema pobreza en la región son niñas y niñas», según lo expresado por el Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia, Oficina Regional para América Latina y el Caribe, Los Objetivos de Desarrollo del Milenio tienen que ver con la infancia – Avances y desafíos en América Latina y el Caribe, UNICEF, Panamá, 2005.

En el caso de América Latina, la discriminación por motivos raciales y de origen étnico son motivo de exclusión social, causas que generan disparidad y pobreza, así como la discriminación de las poblaciones indígenas y afrodescendientes.

Los niños y niñas de los países más pobres son los más vulnerables a la muerte, a la enfermedad o a la desnutrición, como consecuencia son los que tienen más probabilidades de no concurrir a la escuela.

Según lo planteado por UNICEF, en su informe «Excluidos e invisibles» 2006, en los países subdesarrollados uno de cada 6 niños muere antes de cumplir los 5 años; uno de cada 10 muere antes de cumplir un año; una de cada 2 niñas en edad escolar primaria no acude a la escuela primaria; para muchas niñas pobres entre 6 y 12 años asistir a la escuela y completar toda la educación primaria es un verdadero desafío; uno de cada 3 niños y niñas menores de 5 años –42 millones- tiene bajo peso de moderado a grave; uno de cada cuatro recién nacidos no recibe una vacuna contra el sarampión, la cual es una enfermedad que mata a más de 500.000 niños y niñas todos los años; la pobreza afecta a 96 millones de personas en América Latina y el Caribe, de las cuales 41 millones son niños y niñas menores de 12 años y 15 millones de adolescentes entre los 13 y los 19 años, es decir que dos de cada cinco personas que están viviendo en extrema pobreza en la región son niños, se estima, además que en esta región el 17% de los niños no completa el quinto grado de educación primaria.

Este informe de UNICEF estima que en América Latina y el Caribe, 8.8 millones de niños y niñas sufren de desnutrición crónica, lo que les puede afectar su calidad de vida no solo en términos de salud sino en educación y desarrollo integral.

Radio Nacional de España y la Fundación Crecer Jugando, organizan la campaña “Un juguete, una ilusión” desde el año 2000, con el objetivo de enviar juguetes a países en vías de desarrollo y a ONGs que trabajan en proyectos de cooperación y de atención a la infancia.

La campaña “Un juguete una ilusión” tiene como objetivo posibilitar a los niños al “derecho al juego”. Para ello, selecciona los países y entidades que reciben los juguetes en base a los criterios establecidos por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y las Conserjerías de Cooperación al Desarrollo de las Comunidades Autónomas.

En esta su IX edición llegará hasta Ecuador, Guatemala, Haití, Nicaragua, Paraguay, República Dominicana, Perú y El Salvador además de otros paises africanos y asiáticos (Argelia, Bennin, Costa de Marfil, Jordania, Marruecos, Senegal y Timor Oriental), países con los que ya existe una colaboración estable y que han recibido juguetes en ediciones anteriores, a los que se suman este año Argentina, Bolivia, Uruguay, Irak, y Tanzania.

Hasta el día 6 de enero de 2009 se puede comprar, en los establecimientos colaboradores, el “bolígrafo solidario”, de marca INOXCROM, de fabricación íntegramente española, a un precio de 5 euros.

Con el dinero recaudado se fabrican juguetes que serán los que se envíen a los países en vías de desarrollo, para ser repartidos por las organizaciones no gubernamentales y cooperantes destinados a la atención infantil. De esta forma, los niños no solo reciben un juguete, sino que pueden participar del juego en común en las ludotecas equipadas para el fomento del juego compartido.

Las ONGs a las que va destinada esta campaña en Latinomérica son:

El Salvador

Fundación Don Bosco

Hijas de la Caridad

Mensajeros de la Paz

Nicaragua

Infancia sin fronteras

Calasancias

Perú

Mano a Mano

A.C. Suma Esperanza

Proyecto Solidario

Hogar Niños Juan Pablo II

Ecuador

Diócesis de Loja

Calasancias

Proyecto Solidario

Haiti

Hijas de la Caridad

Guatemala

Fundación Don Bosco

Hijas de la Caridad

SED (Solidaridad Educación y Desarrollo)

Plan España

Argentina

Fundación Atlético de Madrid

Paraguay

SED (Solidaridad Educación y Desarrollo)

Mensajeros de la Paz

Bolivia

Fundación Hombres Nuevos

Proyecto Solidario

República Dominicana

Cajir

Infancia sin Fronteras

Fundación Don Bosco

Uruguay

Mensajeros de la Paz

Una disciplina eficaz a la hora de aplicar los límites a nuestros hijos es lo más importante. Si nos

otros presentamos una buena regla, nuestro hijo estará dispuesto a cumplirla porque lo que quieren ellos es agradarnos. No nos encontramos preparados para establecer los límites. Nos falta habilidad para hacerlo. Hablamos demasiado, exageramos en l

a emoción, y en muchos casos, nos equivocamos en nuestra forma de expresar con claridad y con demasiada autoridad. Cuando necesitamos decir a nuestros hijos que deben hacer algo y «ahora» (recoger los juguetes, irse a la cama, etc.), debemos tener en cuenta algunos consejos básicos:

Debemos tener objetividad

Es frecuente oír de nosotros mismos y de otros padres expresiones como «Pórtate bien», «Sé bueno», o «no h

agas eso» Las expresiones significan diferentes cosas para diferentes personas. Nuestros hijos nos entenderán mejor si hacemos nuestras normas de una forma más concreta. Un límite bien especificado dice a un niño exactamente lo que debe estar hecho. «Habla bajito en una biblioteca «; «Da de comer al perro ahora»: «Agarra mi mano para cruzar la calle». Esta es una forma que puede aumentar substancialmente la relación de complicidad de su hijo.

Ofrezca opciones

En muchos casos podemos dar a nuestros hijos una oportunidad limitada de decidir como cumplir sus «órdene

s». La libertad de oportunidad hace que un niño sienta una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias. Por ejemplo: «Es la hora del baño. ¿Lo quieres tomar con la ducha o en la bañera llena?»; «Es la hora de vestirse. ¿Quieres elegir un traje, o lo hago yo? Esta es una forma más fácil y rápida de decir a un niño exactamente lo que hacer.

Sean firmes

En cuestiones realmente importantes, cuando existe una resistencia a la obediencia, nosotros necesitamos aplicar el límite con firmeza. Un límite firme dice a un niño que él debe parar con dicho comportamiento y obedecer a tus deseos inmediatamente. Por ejemplo: «Vayas a su habitación ahora» o «¡Pare!, los juguetes no son para tirar». Los lí

mites firmes son mejor aplicados con una voz segura, sin gritos, y una seria mirada en el rostro. Los límites más suaves suponen que el niño tiene una opción de obedecer o no. Ejemplos de ligeros límites: «¿Porqué no lleva tus juguetes fuera de aquí?»; «Debes hacer las tareas de la escuela ahora»; » Venga a casa ahora, ¿vale?» e «Yo realmente deseo que te limpies». Esos límites son apropiados para momentos cuando se quiere que el niño actúe en un cierto camino. De cualquier modo, para esas pocas obligaciones «debe estar hecho», serás mejor cómplice de su hijo si les aplica un firme comando. L

a firmeza está entre lo ligero y lo autoritario.

Acentúa lo positivo

Los niños son más receptivos en «hacer» a lo que les ordenan. Directivas cómo el «no» o «pare» dicen a un niño que es inaceptable pero no explica qué comportamiento le gustaría en cambio. En general, es mejor decir a un niño l

o

que debe hacer («Habla bajo») antes de lo que no debe hacer («No grite»). Padres autoritarios dan más órdenes «no», mientras los demás están propensos a aplicar el orden con el «hacer».

Se mantengan al margen

Cuándo decimos «quiero que te vayas a la cama ahora mismo», estamos creando una lucha de poder personal con nuestros hijos. Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma impersonal. Por ejemplo: «Son las 8, hora de acostarse» y le enseña el reloj. En este caso, algunos conflictos y sentimientos estarán entre el niño y el reloj.

Explica el porqué

Cuando una persona entiende el motivo de una regla, como una forma de prevenir situaciones peligrosas para sí mismo y para otros, se sentirá mas animado a obedecerla. De este modo, lo mejor cuando se aplica un límite,

es explicar al niño el porqué tiene que obedecer. Entendiendo la razón para el orden ayuda a los niños a que desarrollen valores internos de conducta o comportamiento- una conciencia. Antes de dar una larga explicación que puede distraer a los niños, manifieste la razón en pocas palabras. Por ejemplo: «No muerdas a las personas. Eso les hará daño»; «Si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque les gustaría jugar aún con ello

s».

Sugiera una alternativa

Siempre que apliques un límite al comportamiento de un niño, intente indicar una alternativa aceptable. Por hacerlo sonará menos negativo y su hijo se sentirá menos desaventajado. De este modo, te empeñas en decir «no sé si te gustaría mi pintalabios, pero eso es para los labios y no para jugar. Aquí tienes un lápiz y papel e

n cambio». Otro ejemplo sería decir «No te puedo dar un caramelo antes de la cena, pero te puedo dar un helado de chocolate después». Por ofrecerle alternativas, le estás enseñando que sus sentimientos y deseos son aceptables. Este es un camino de expresión más correcto.

Sea seriamente consistente

Una regla puntual para una efectiva puesta del límite es evitar una regla repetitiva. Una rutina flexible (acostarse a las 8 una noche, a las 8 y media en la próxima, y a las 9 en otra noche) invita a una resistencia y se torna imposible de cumplir. Rutinas y reglas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día, aunque estés cansado o indispuesto. Si das a tu hijo la oportunidad de dar vueltas a sus reglas, ellos seguramente intentarán resistir.

Desaprueba la conducta, no el niño

Es necesario que dejemos claro para nuestros hijos que nuestra desaprobación está relacionada a su comportamiento y no directamente a ellos. No les estamos rechazando. Lejos de decir «Niño malo» (desaprobación del niño).

Deberíamos decir «No muerdas» (desaprobación de la conducta). En lugar de decir «realmente no puedo contro

larte cuando actúas de esta forma», deberíamos decir, «Estas latas no están para tirar. Deben quedar en el estante del almacén».

os investigadores señalan que cuando los padres están muy enojados castigan más seriamente y son más propensos a ser verbalmente y/o físicamente abusivos a sus niños. Hay épocas en que necesitamos llevar con más calma, y contar hasta diez antes de reaccionar. La disciplina es básicamente enseñar al niño cómo debe comportarse. No se puede enseñar con eficacia si usted es extremamente emocional. Delante de un mal comportamiento, lo mejor es llevar un minuto de calma uno mismo, y después preguntar con calma, «¿que sucedió aquí?». Todos los niños necesitan que sus padres establezcan las guías de consulta para el comportamiento aceptable. Cuanto más expertos hacemos en fijar los límites, mayor es la cooperación que recibiremos de nuestros niños y menor la necesidad de aplicar consecuencias desagradables para que se cumplan los límites. El resultado es una atmósfera casera más agradable para los padres y los hijos.

El mundo educativo madrileño va dejando notar la presencia de múltiples culturas que enriqueccn su realidad, y que desde los planteamientos pcdagógicos deberian tenerse en cuenta. Sin embargo, debido a la falta dc recursos económicos y humanos, la concentración escolar de estos colectivos, la motivación y desconocimiento del tema migratorio por algunos profesores y otros factores… todo ello, hace que se frene o se haga difícil Ja integración socioeducativa de la Comunidad Escolar.
Asimismo, tiene que ver con las posturas y actitudes del alumnado ante la perspectiva migratoria y apertura actitudinal tanto de escolares españoles, como de extranjeros hacia la interculturalidad.
El presente estudio nos muestra un sondeo de actitudes, clima escolar y nivel de integración de alumnos escolarizados en Madrid, basado en opiniones dc escolares inmigrantes y posturas de alumnos españoles ante la perspectiva migratoria, además de observaciones de algunos profesores y/o directores sobre alumnos extranjeros escolarizados en su Centro.
Sería conveniente potenciar recursos para formar e informar sobre asuntos
migratorios y diversidad cultural, a los agentes implicados en la educación, para paliar los problemas que están dificultando la integración escolar

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El Observatorio de la Seguridad de la Información de INTECO hace públicos los resultados de su investigación sobre los hábitos seguros en el uso de las TIC por niños y adolescentes y e-confianza de sus padres.

La naturalidad con la que nuestros hijos se aproximan a las Tecnologías de la Información y la Comunicación les proporciona innegables beneficios de carácter educativo, social y de ocio. Sin embargo, también existen una serie de riesgos relacionados con las TIC, que pueden afectar de forma especial a los menores. Por ello, para que niños y adolescentes puedan disfrutar de las TIC en toda su extensión y aprovechar las múltiples posibilidades que éstas les ofrecen, es clave que sepan cuáles son sus riesgos y conozcan la forma de afrontarlos. De ese modo, también aumentará la confianza de sus padres hacia las TIC y su incorporación a la Sociedad del Conocimiento.

En este contexto, el presente estudio tiene como objetivo la elaboración de un diagnóstico de la situación española en lo que respecta a hábitos de uso de las TIC por parte de los menores, así como los conocimientos sobre la seguridad de la información y herramientas utilizadas. La metodología empleada, basada en la realización de más de 1.200 encuestas a menores de entre 10 y 16 años y a sus padres o tutores legales, permite contrastar la visión de ambos colectivos. El informe se enriquece con la visión de 36 expertos con el objeto de garantizar un enfoque global y multidisciplinar al proyecto.

El estudio ofrece una visión completa de la realidad de la sociedad española en estos aspectos, y ofrece recomendaciones a los diferentes actores y colectivos implicados (administraciones, industria y sector educativo), con el objetivo último de contribuir a hacer de Internet un sitio más seguro para los niños y adolescentes.

Disponible el informe completo y la reseña del estudio en español y el estudio en inglés.

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Delincuencia de menores

Rafael Ruiz Harrell

A juzgar por las declaraciones oficiales los actos antisociales cometidos por menores están creciendo de manera alarmante. Hace unos días la Procuraduría capitalina informó que durante 2005 fueron presentados ante un ministerio público, en calidad de presuntos responsables de un delito, nada menos que 29 mil 22 menores (Reforma, 20 mar 06). La misma institución dijo haber recibido 153 mil 997 denuncias por diversos delitos ese año, de tal manera que los atribuibles a menores de 18 años representan el 18.8 por ciento, o sea más o menos uno de cada cinco.

Al decir de Joel Ortega, el titular de la SSP, es preocupante la participación de niños y jóvenes entre 8 y 17 años de edad en la comisión de diversos delitos. Según el secretario, de los menores puestos a disposición del MP en los dos primeros meses de este año, el 29 por ciento fue remitido por robo a transeúnte y el 13 por ciento por distribución de drogas. Ortega destacó que cuando se trata de un robo violento de vehículos, los menores son los que llevan el arma porque en caso de ser procesados reciben penas menores que los adultos. Les están dando armas -dijo-, para que ellos sean los consignados, sabiendo que son inimputables y que difícilmente se puede actuar en contra de ellos.

A esto añadió que según los datos de que dispone la mayoría de los menores antisociales no acude a la escuela (Reforma, 3 mar 06).

En suma: no parece haber duda que estamos frente a una escalada de violencia por parte de los menores. Sólo que ¿será cierto? ¿Podemos confiar en las apreciaciones de las autoridades?

Primera respuesta

No hay manera más absurda de juzgar si la delincuencia está subiendo o bajando, sea de menores o de adultos, que partir del número de arrestos. Si un secretario de Seguridad Pública, como al parecer sucede con Ortega, le ordena a sus hombres que presten especial atención a las acciones de los menores y arresten a todo el que les parezca sospechoso es evidente que subirá el número de menores detenidos, pero es claro también que tal aumento no significa, en manera alguna, que los menores estén cometiendo más delitos. Y en buena medida eso es lo que está pasando.

Hay un ejemplo evidente. Meses atrás perseguir el tráfico de drogas estaba reservado para la Federación. Como el problema es serio se llegó al acuerdo de que las autoridades locales podían participar también en la lucha, y los hombres de Ortega empezaron a arrestar como traficante a todo el que descubrían con un microgramo de la droga que fuera. Como distinguir entre el traficante y el usuario le resulta imposible, empezaron a presentar ante el MP a una bola de pobres muchachitos que se drogaban a falta de un futuro razonable. Las cifras, que partían de cero, fueron creciendo y las autoridades pusieron el grito en el cielo denunciando que el narcomenudeo estaba creciendo a pasos agigantados. La verdad es que crecían los arrestos y el narcomenudeo, si lo hacía, era a un ritmo muchísimo más lento.

Segunda

Frente a las cifras oficiales -29 mil 22 presentados-, destacan las mucho más sobrias del Consejo de Menores. En 2005 sólo recibió a 4 mil 166 menores antisociales en el DF. Apenas la séptima parte de los que contó la Procu. Obviamente alguien está mal, y no es el Consejo, una institución razonable, humana hasta donde se lo permite su magro presupuesto y decidida a ayudar a los menores.

Por si fuera poco el problema dista mucho de tener la gravedad que insiste en atribuirle el jefe de policía. Por un lado buena parte de los menores asisten a la escuela (el 33.1 por ciento en 2005) y casi todos tienen alguna ocupación, sólo el 13.1 por ciento estaban desempleados. Por la otra los hombres de Ortega están arrestando en verdad a pequeños ladronzuelos. En 1993 los raterillos eran el 51.4 por ciento de los menores que recibió el Consejo. En 2005 la proporción había aumentado al 82.7. Y el colmo: lo que está haciendo la SSP es arrestar a los mismos. En 1994, los reiterantes representaban el 8.2 por ciento del total. En el 2000 eran el 16.7. Gracias a Ortega hoy son el 26.2 por ciento.

Es tiempo ya de que Alejandro Encinas entienda que el responsable del gobierno capitalino es él y meta a su gente al orden. Con Bernardo Bátiz, por supuesto, no hay absolutamente nada que hacer: hace mucho que llegó al límite de su capacidad. Quizá Joel Ortega esté en la misma situación, pero si no se frena queda la solución de correrlo.

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